martes, 25 de noviembre de 2014

Boda en Venezuela


Venezuela, noviembre de 2004

En Agosto de 2004 Laura y yo nos casamos por lo civil en Menorca. Unos pocos meses después íbamos a repetir la boda en Mérida – Venezuela. En Septiembre ella se fue a su país para iniciar los preparativos. Mientras, yo estaba empezando mi carrera como docente a media jorrnada en un Instituto de Palma.




Los preparativos de una boda en Venezuela son muchísimo más laboriosos que en España. Hay que preparar cada cosa por separado, ya que en el lugar del banquete únicamente te dan el sitio. Uno mismo debe organizar la comida y bebida, música, flores, fotógrafo, etc. Para complicarlo más, para la boda elegimos la ciudad natal de Laura y también la que más nos gusta de Venezuela: Mérida. Allí ella tiene a unos tíos pero su familia está repartida entre San Cristóbal, Guanare, Barquisimeto y Caracas. Así que tuvo que hacer varios viajes sobre todo entre Guanare-Mérida y San Cristóbal para organizarlo todo y estar con su familia. También le tocó hacer (sóla) el curso prematrimonial y conseguir un cura que aceptase que yo, que no me quería casar por la iglesia, lo “convalidase” desde Menorca.

Mientras, en Palma yo sòlo debía llevarle el velo. Además me preparé por sorpresa un traje y corbata, diferente del liki-liki típico venezolano que llevé en la boda en Menorca.

La mayor parte de los invitados no residía en Mérida, por lo que ella tuvo que organizarles alojamiento y a algunos incluso pagarles el hotel ya que sino no se podían permitir asistir. Los hubo que se quedaron en el lugar de montaña de la boda: Vallegrande; otros en residencias cercanas o con familia. Y luego estábamos los que llegábamos de otros países. Dos amigos llegaban de Francia, otro de Alemania y el último de Brasil. Los demás, que viajamos juntos desde España, tomamos juntos un vuelo de Air Europa hasta Caracas. Creo recordar que éramos siete: mis padres y yo, mi hermano Nando y su novia, Javi y Paulino. Algunos salimos de Palma, otros de Mahón, así que nos reunimos antes del vuelo largo en el aeropuerto de Barajas. El trayecto hasta Venezuela, fue la primera vez que mis padres cruzaron “el charco”. Una vez en Caracas, cambiamos dinero en el aeropuerto, regateando a las personas que nos ofrecían cambio. No conviene cambiar en bancos o casas de cambio oficiales, ya que la diferencia con el mercado negro es abismal y se pierde mucho dinero. No recuerdo a cuanto estaba el Euro, hay que cada vez que voy ha cambiado. También hay que ir con cuidado al llegar para no ser robado y pagar la novatada justo bajar del avión. Luego ya con el dinero y las maletas pillamos un taxi a la posada del Hidalgo que Laura nos había reservado en un pueblo costero y más cercano al aeropuerto que Caracas. Allí cenamos y dimos una vuelta por los alrededores antes de irnos a dormir. A la mañana siguiente, nos volvimos al aeropuerto para volar a Mérida. Era un avión pequeño, capaz de aterrizar entre las montañas de Mérida en un aterrizaje curvo sobre el aeropuerto que está en la ciudad y poco apto para mi madre que estuvo media vida con miedo a volar y por circunstancias desconocidas perdió de repente.

Una vez en Mérida, Laura lo tenía todo organizado para la semana previa a la boda: varias visitas turísticas a pueblos cercanos en camionetas, conocer la ciudad y su familia, etc. Destacó una al pico Bolívar de más de 4.000 metros, desde donde en burro y a pie pasamos una jornada de caminata por los Andes hasta llegar a dormir al pueblo de “Los Nevados”. Los hubo que notaron asfixia por la altitud. Y aún recordamos a Paulino poniendo sus pies en una cubeta de agua con sal...la caminata había sido expectacular pero larga.



                                                            Excursión a Los Nevados

Al día siguiente íbamos a regresar a Mérida en un Jeep por el otro lado de la montaña. Un trayecto muy bonito pero largo hasta la ciudad. Allí cenas, más visitas turísticas, etc. Mientras, Laura acababa y se agobiaba con los preparativos. También recuerdo que su padre, se oponía sin éxito a que (aunque estábamos casados desde Agosto) compartiéramos habitación en el hotel del centro de Mérida.

El día antes de la boda el grupo de amigos salimos de marcha, muy buena en Mérida con bares animadísimos y buena música. El ambiente más cosmopolita de toda Venezuela. Yo salí primero con Marcelo y aún recuerdo a esa rubia y su amiga que quería ligar y que tuve que “regalar” a Paulino y Javi... Muy bueno y pícaro Marcelo preguntándoles con acento brasileño al día siguiente: “¿estaba buena la chica desnuda?”

El día de la boda nos mudamos al hotel del lugar de la ceremonia, Vallegrande. Excepto Javi y Paulino que volvieron a quedar con las chicas...dándonos la excusa de que tenían que ir a la lavandería.

La boda en la iglesia de forma triangular, que era de montaña y de madera, fue como nos podíamos imaginar, excepto que Laura se presentó una hora tarde (aún dice que por el tráfico). Todo fue muy bonito y los primos de Laura pusieron la música. Fuegos artificiales al salir y luego cochazo montaña arriba hasta Vallegrande.

Ya en el lugar de la ceremonia muchísimas fotos, brindis y más de 100 invitados. Con las sesiones de fotos se hizo tan tarde que a los novios casi no nos quedó nada que cenar, pues la gente había empezado. Ya veis que una boda venezolana no tiene nada que ver con una en España. Uno tiene lugar en la mesa pero no se la pasa sentado. Más bien al contrario, uno se sienta para comer cosas puntuales pero se intercalan bailes y actividades con la comida que es más de picoteo que de platos elaborados. Durante la noche cabe destacar la ceremonia que tiene que hacer el novio con dientes para quitar el liguero a la novia ante la atenta mirada de los invitados y con música para amenizarlo. Luego lo lanza y el hombre que lo coge tiene que ponérselo a la soltera que previamente ha cogido al vuelo el ramo de la novia.



Tuvimos dos grupos de música: uno de música tradicional y otro más animado de música bailable. En un cierto momento, cambia el decorado y hay la “hora loca”: una hora de música de Carnaval y máscaras para todos. La parte más divertida. También hubo sorpresa: así como en la primera boda yo hice un “playback” de “Falling in love” de Elvis, en esta boda Laura había ensayado e interpretó para sorpresa de casi todo el mundo “Love Story” al violín. Increible.







Al final de la noche hay otra cosa diferente: los novios no se despiden, directamente se escapan cuando quieren y sin que nadie los vea. En nuestro caso teníamos una habitación montaña arriba en un lugar llamado Páramo La Culata. Habitación fantástica aunque fría ya que nos hizo falta encender la calefacción. Ahora, diez años después, todo va quedando en el recuerdo pero por suerte tenemos muchísimas fotos para revivirlo y para que lo vean nuestros hijos Stefan y Héctor.

Fotos de la boda en Venezuela- Noviembre 2004
 
Fotos de la boda en Menorca - Agosto 2004

Charlando del viaje 3 amigos (Diciembre 2015)





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