sábado, 14 de marzo de 2015

Jugando a fútbol por el mundo

El fútbol ha sido siempre mi deporte favorito y hasta hace poco lo he practicado. Durante mis viajes siempre he buscado con quien jugar: compañeros de trabajo, amigos, etc. Incluso me he llegado a inscribir en varios equipos.



Siempre me hubiese gustado jugar a fútbol de pequeño en un equipo, pero los fines de semana nos íbamos al chalet en Binisafua. Seguramente por esa razón, mi técnica y táctica nunca se acabaron de pulir. Cuando me fui a Barcelona, vivía cerca de muchos campos de fútbol, en la zona del Nou Camp, y llegué a ir a pedir jugar en uno de esos equipos. Me dijeron que con 17 años ya era muy mayor pero que fuese un día a probar. Nunca encontré tiempo de ir: los estudios me absorbieron.
Dio igual, durante los 6 años en Barcelona jugué muchísimo a futbito en el Colegio Mayor. Había mucho nivel y aprendí un montón. Los mallorquines eran mucho mejores que nosotros y los estudiantes de Lleida también lo hacían muy muy bien. A veces acababa un partido y empezaba otro. Era facilísimo llamar a varios más por los interfonos y montar un partido en nuestra pista de cemento. Una vez al año había competición y siempre me metía en algún equipo. Pasar de cuartos era muy complicado y sólo lo logré en las Olimpiadas Escolares. Allí eran equipos por pisos, mixtos y los goles de las chicas valían doble. Teníamos una buena delantera y ganamos el campeonato. Fue la única vez que gané algo en fútbol.

Sobre esos años en Barcelona, cabe también mencionar que una vez fuimos a jugar y en el campo del Penyafort había unos chavalines de unos 12 años peloteando. Como éramos pocos, en vez de echarlos jugamos con ellos. Resultaron ser jugadores de la cantera del Barça y nos dieron un repaso completo. Fue muy instructivo para ver el nivel de cada uno y una buena cura de humildad. Entre ellos estaban Guillermo y creo que Amor.

Cada vez que volvía a Menorca en vacaciones jugaba a fútbol con el grupo de amigos del momento. Incluso tuve la mala pata de dos años seguidos torcerme el tobillo por nochebuena. Dos Navidades seguidas con muletas. Desde entonces, según que días preferí no jugar.

Durante mis viajes a Bournemouth, Polonia y Checoslovaquia jugué alguna vez a fútbol. Era curioso jugar "en otro idioma": dar a los compañeros instrucciones rapidísimo y mientras jugaba, en Inglés. Toda una experiencia. En Brno llegamos a jugar después de tomar unas cervezas y el juego se veía de forma "diferente". El jugar fuera de tu país le da al juego un ambiente "internacional" muy bonito. Como cuando éramos pequeños que en verano jugábamos en la calle de Fua con los chicos franceses que alquilaban la casa de mi tía. O como cuando mi amigo Stefan traía amigos alemanes.

Ya en Suecia y Francia jugué regularmente con amigos o simplemente iba a los campos de fútbol a buscar quien me aceptara en un partido. Esos años sufrí más lesiones en el tobillo y en Estocolmo hice una rehabilitación larguísima para lesionarme nuevamente en mi primer partido. En Toulouse volví a caer lesionado en el tobillo cuando un portero de color se me echó encima. Fui en muletas 10 días y ya no jugué mucho más por unos meses. Gracias a mi amiga Tibi que me llevó en coche a trabajar esas semanas!

En Alemania di otra vuelta de tuerca: ya con 28 años, ni corto ni perezoso, me busqué un equipo de verdad, de regional, cerca de mi casa. Me inscribí en el Germania de Eberstadt. Además me iba a servir para conocer alemanes y practicar el idioma. Jugué unos 6 meses hasta que en mi mejor partido sufrí otra maldita lesión. Os juro que tuvo que ser penalty! Tenía la pelota controlada dentro del área pero de espaldas al marco y me arrolló un defensa-tanque.
Allí eran muy listos: antes de cada partido, había el partido de los jugadores suplentes (el que yo jugaba) y así no estábamos inactivos. Era un partido con todas las de la ley e incluso había la clasificación del equipo A y del B.
Esos meses entrené muchísimo (incluso con nieve), aprendí sobre ejercicios de entrenamiento, como vive un equipo por dentro... Lástima que de lo que decían me enteraba del 10 %. Mucho de lo que hablaban esos jugadores era en el dialecto de allí (Hessish), no alemán standard del que talvez hubiese entendido el 15%! 

                                                      Con el Germania de Eberstadt


Tras mi vuelta de Alemania, trabajé un verano de animador de deportes en un hotel de Menorca. Allí me tocó organizar varios deportes, entre ellos Voley Playa y fútbol. Podéis imaginar que después de entrenar todo el año, jugar en veranito con los turistas fue una delicia y pan comido.

Mi siguiente parada fue Londres. Allí jugué alguna vez con compañeros de trabajo pero cada partido suponía horas de metro. Al final me fue más sencillo ir cada martes por la tarde a Hyde Park y jugar con un grupo de chicos que conocí y que me aceptaron bien para jugar regularmente en la hierba de ese grandioso parque.  Cómo un día por semana era poco, los sábados jugaba en Clapham, que me quedaba más cerca de casa. La filosofía fue la misma:  presentarme vestido de deporte y...

- Hi, my name is Kico, can I play with you?
- Yes, sure!

Luego a hacer un buen papel, que sino igual otro día no te invitaban...Allí jugué con argentinos y en este caso eran campos de cemento.

Una vez en Atlanta, la cosa se volvió a poner fácil: tenía coche (un VW Golf de segunda mano). Jugué con gente del trabajo y amigos en un parque de Atlanta, pero también con varios equipos. Uno de ellos se llamaba "Arsenal de Atlanta" y llegué a jugar varios partidos y tener la equipación. Buscando en Google he visto que ahora tienen Facebook. No son los mismos jugadores pero los campos de fútbol sí son iguales...En el Arsenal no éramos tan profesionales como los alemanes: no había entrenos, ni entrenador, ni duchas. Hay gente que dice que los americanos juegan mal: será a nivel profesional. El tiempo que jugué allí vi a fantásticos jugadores, la mayoría afroamericanos con una técnica y potencia física impresionante y no tenían nada que envidiar a lo que vi en otros países.



                                                 Con Rick, capitán del Arsenal de Atlanta

Ya de vuelta en España y pasados los 30 sabía que si quería volver a jugar en algún equipo no podía esperar mucho más. Me presenté y me dejaron entrenar con el Son Roca. Al menos sí entendía bien las instrucciones y me sirvió para ponerme muy en forma. Allí no había liga de suplentes así que sólo entrené y los fines de semana me iba de excursión por las montañas de la Tramontana. No llegué ni a tener ficha del equipo. El año siguiente, como quería jugar, busqué alguna otra alternativa y la encontré: vi un anuncio en el Mallorca Zeigtung de que se buscaban jugadores para un equipo de alemanes. Resultó un experimento de márketing futbolístico de lo más original: una empresa, la Mallorca Topline, trajo jugadores jóvenes (18-23 años) alemanes, les daba trabajo y jugaban a fútbol en un equipo que inscribieron en la 3a Reginal. Querían subir rápidamente de categoría y por aquel entonces no descartaban llegar a primera división. Pusieron pasta y crearon mucho revuelo mediático: aparecimos en los diarios, revistas, radio y TV. El entrenador había jugado en la Manchaft sub 21.



                                                Mallorca Topline

Ese año empezamos arrasando (13 goles en el primer partido).  Yo era suplente, aunque poco a poco fui jugando bastante. En los últimos partidos era titular. En el equipo estaba el abogado mallorquín de la empresa, un estudiante menorquín y yo. Los demás eran todos alemanes. Un par que vivían en Mallorca desde hacía años y hablaban un poco el Castellano. Otros, ni papa ni ganas que les hacía de hablar. Me fue muy bien para seguir practicando mi ya oxidado alemán y volví a ver los entrenamientos alemanes. De lo que yo he podido ver, los más profesionales en todo excepto que tras los partidos hay demasiados barriles de cerveza...
El equipo  estaba hecho para ganar. Un par de malos resultados crearon conflictos y el entrenador lo dejó. Junto con algunas lesiones y bajas de futbolistas el sueño de grandeza se fue al traste. No estaban preparados para perder, así que a media temporada el equipo se deshizo. En esto no fueron profesionales.

Desde entonces, ya sólo jugué con amigos del trabajo todo lo que pude. Una vez inscribimos un equipo en la liguilla de la UIB, dónde me lesionaron en la primera parte del primer partido. Definitivamente decidí no competir más y me dediqué a seguir jugando todo lo que pude mientras mis tobillos aguantaron. En mis primeros cursos en Menorca di mis últimos coletazos y ya hace un par de años que ni juego pachangas, pues tampoco mis rodillas aguantan ya.


                                      Embat FC, en el campeonato de la UIB

A nivel de fútbol, lo único que me queda por disfrutar es jugar con mis hijos mientras sean pequeños y enseñarles algunas cosillas de todas estas experiencias. 


A continuación, artículo de El Mundo sobre el Mallorca Topline (27 de septiembre de 1999):

«¡Tor!, ¡Tor!, ¡Tor!»


El F.C. Mallorca Topline, integrado por jugadores alemanes, gana 13-0 en su estreno en Tercera Regional

C.M. DE OCA/L.ARCOSPalma
Su presidente es Hermann Osele, está entrenado por Michael Scheike y en su vestuario sólo se habla alemán. Pero no es ningún equipo de la Bundesliga. Si está usted viendo un partido de fútbol en Sencelles, Ariany o Campanet y oye exclamar a algunos de los protagonistas del encuentro «¡Tor!, ¡tor!, ¡tor!» o «¡Elf meter!» no sufre alucinaciones. Es que está jugando el F.C. Mallorca Topline y alguien está gritando gol o pidiendo un penalti.
Estas son algunas de las peculiaridades del primer club del mundo integrado casi exclusivamente por jugadores no nacidos en el país al que está afiliado y que ayer debutó con un resultado escandaloso. Un rotundo 13-0 al Campanet. Si siguen a este ritmo, en siete años podrán aparecer en la Primera División. De momento, deben conformarse con la modesta Tercera Regional.
Fundado el pasado 12 de marzo de 1999 y registrado en el Registro de Asociaciones Deportivas el 6 de abril, el Mallorca Topline tiene su sede social en una céntrica calle de Palma, aunque juega como local en el Campo Municipal de Can Caimari, en Es Coll d'en Rebassa.
Españoles
Sus extranjeros son el menorquín Francisco Borrás y el mallorquín Cristóbal Marín, que a su vez es el vicepresidente.
Michael Scheike es el entrenador jugador de este peculiar equipo formado por alemanes que residen y trabajan en la isla. Scheike, de 36 años, ejerció como ayudante de Berti Vogts en la selección Sub-21 cuando éste dirigía a la selección germana y llegó a ser internacional alemán en las categorías inferiores. Su posición natural es la de libero.
Según explicó ayer Cristóbal Marín, vicepresidente y jugador, a este periódico el Mallorca Topline «no pretende ser el equipo de los alemanes, sino el equipo de los residentes».
El nacimiento de este club no fue nada fácil. «Tuvimos que mover bastante papeleo, mucho más que si se tratara de un conjunto formado por jugadores españoles».
Las peculiaridades no acaban en el terreno de juego. El Mallorca Topline está patrocinado por la empresa Intec Electric S.L. y su página web está al nivel de los mejores clubes de Europa, con detalladas fichas técnicas de cada uno de los 20 futbolistas que integran el equipo. También aparecen mensajes para animar al equipo o incluso una tarifa de precios para los anunciantes que quieran lucir su publicidad en el póster del equipo -durante la semana previa a cada encuentro tienen previsto repartir un millar- o en la publicidad estática del campo. Ya hay vendidos algunos paneles en el Campo Municipal de Can Caimari.
La plantilla, como la mayoría de los equipos regionales, suele entrenar dos o tres veces por semana, y siempre de noche por las obligaciones laborales de los jugadores.
La afición es «mayoritariamente» germana «aunque la gente del Coll también anima bastante y en el vestuario se habla alemán, si bien la mayoría domina el castellano.
Si algunos futbolistas del Topline demuestran sobre la tierra de los campos de Tercera Regional un pequeño tanto por ciento del currículo que aparece en su historial, este equipo será campeón.
El delantero Robert Fröhlich, de 19 años, probó fortuna en el Borussia Moenchengladbach; su compañero de línea Torge Mühlenkamp, de 26 años, fue seleccionado por el combinado de Baja Sajonia y el centrocampista Matthias Minkus, de 25 años, llegó a vestir la camiseta del combinado alemán Sub-17.







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