sábado, 10 de enero de 2015

Aprendiendo francés en Toulouse

Cuando regresé de Suecia, sabía que en un año como máximo debería ir a la mili. ¿Cómo aprovechar ese tiempo en algo útil? Recordé que cuando se fue de Suecia, mi amigo Marcelo fue a Francia unos meses a aprender francés. En aquella época, ya comentamos que para lo que cuesta otro idioma como el sueco o el inglés, con mucho menos esfuerzo se puede aprender francés. ¿Porqué no?

Pont neuf en Toulouse


Toulouse, febrero a octubre de 1993

Estuve en Suecia como becario IAESTE, pero uno del grupo en IBM era becario COMMET (un antiguo programa europeo similar a los actuales Erasmus). Nacho me explicó como había conseguido su beca y me fui a Barcelona, a la Cámara de Comercio a ver que había para mi. Allí se alegraron de que alguien se interesara por las becas a países francófonos, pues nadie las quería. Tenían para elegir entre varias entre Francia, Bélgica y Luxemburgo. Todo un lujo. Pedí la de Francia, en Toulouse, que era para ir a MATRA MARCONI Space (actual Airbus Group). Iba a recibir un pequeño sueldo de la empresa y una beca para completar mis necesidades durante la estancia. Mucho menos dinero que en Suecia, pero tenía 9 meses por delante para aprender un nuevo idioma. Hubo algunos retrasos durante el otoño de 1992 y me dio tiempo de estar unos 3 meses en casa, machacándome con un curso con cassettes de francés que había empezado durante los dos últimos años de carrera. 
En febrero ya tuve el visto bueno de la empresa para empezar. Fui en autobús desde Barcelona (unas 5 horas) y me presenté en la oficina de turismo de la estación de Toulouse dónde hablé en una especie de francés por primera vez. Pedí como llegar al albergue (que fue el peor que he visitado) y pasé la noche. A la mañana siguiente me llegué a la empresa dónde me presentaron. Claude, ingeniero que hablaba español e inglés, me enseñó las instalaciones dónde diseñaban y construían satélites. Había también zonas reservadas que eran proyectos militares. La empresa era un pequeño pueblo con control de seguridad para entrar, una veintena de edificios, calles, cantina, parkings, etc.


Mi departamento era el de Modelización y eran una veintena de personas, bastante jóvenes. Entre ellas una becaria española, Tibi, y un estudiante italiano, Giovanni. Ellos iban a ser mis mejores amigos durante ese año.
El departamento desarrollaba un sistema informático para diseñar satélites. Primero se hacía el diseño geométrico (dónde yo iba a trabajar), un mallage en triángulos y luego varias herramientas de simulación (materiales, electromagnetismo, etc) que ayudaban a los ingenieros a realizar el diseño. Cada mañana todos nos daban el bon jour, trabajabamos en estaciones de trabajo Unix (Sun, Solaris, AIX) programando en C y Fortran y a la hora de comer íbamos a la cantina dónde se comía muy bien y a buen precio.




A los pocos días de llegar, me asignaron una habitación en las residencias universitarias Daniel Faucher. Allí iba a estar muy bien y hacer más amigos como Alain. Había comedor, lavanderías, cabinas telefónicas y cocina en la habitación. Estaba en una isla del río Garona y el único inconveniente era que estaba lejos y a dos trayectos de bus del trabajo. La solución fue comprar una bici de carreras de segunda mano y podía ir más rápido y barato que en el bus. Mis compañeros hicieron lo mismo, excepto Tibi que tenía coche pero también se compró una bici.
Ese año fuimos varias veces a los Pirineos, muchas al cine, y a jugar a futbol cerca de la residencia. Por mi cuenta viajé a la Bretaña en autostop, a París, visité a Marcelo que por ese entonces vivía en Milán y también a Thierry que estaba en Cassis.
Lo importante para aprender un idioma in-situ es hablar el idioma. Aparte de estudiar mi curso con cassettes cada mañana, hicimos muchísimas cosas con franceses y marroquíes. Conocimos un grupo de jóvenes, les amis d'Europe, que se reunían para charlar en un bar cada semana y unas chicas españolas que se unieron al grupo, a Carlos y a Phillippe. En el trabajo sólo hablaba francés y a los tres meses ya no había problemas de comunicación. La documentación la escribía en inglés, pues los clientes del programa no eran sólo franceses. 
En el verano, recibí varias visitas como las de mi amigo David o mis padres y primas que estuvieron una semana en Toulouse. Además nos lo pasamos en grande saliendo a las terrazas y los pubs de noche.



Tras nueve meses y aunque yo quería quedarme más tiempo tuve que volver ya que me tocaba empezar la puta-mili. Aprendí muchísimo francés, los lenguajes C y Fortran, hice muchísimos amigos y vi como se trabajaba en proyectos punteros. Me dijeron que volviese al acabar, cosa que finalmente iba a hacer en una segunda etapa que sería más corta.




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