Si alguien me preguntase sobre un viaje a realizar bueno y con poco presupuesto, la respuesta es muy fácil: el Camino de Santiago. No es necesario hacerlo todo de una tirada, puedes hacer sólo una parte de él y empezar dónde te vaya mejor. Y siempre puedes volver para continuarlo. En mi caso he ido dos veces a recorrer diferentes trayectos y aún me faltan unas 22 etapas intermedias, casi todo. Y fue un viaje mucho mejor que algunos de los que he hecho gastando mucho más dinero en viaje, hotel, entradas, etc.
Galicia,
febrero de 2006
En el 2006 estaba
pasando una mala situación personal y con mi amigo Toni decidimos
pillar unas vacaciones diferentes para hacer el final del CaminoFrancés.
La preparación incluyó pedir la credencial (como un pasaporte dónde te van poniendo
sellos al finalizar cada etapa) en una Iglesia de Palma, mochila,
buenas botas, varios calcetines nuevos e imprimir las etapas con sus
respectivos albergues. También por suerte compré un buen
impermeable en Decathlon, ancho y largo, que pudiese poner sobre mi y mi mochila. Importante ya
que íbamos en Febrero. También nos recomendaron una crema para los
pies a fin de evitar llagas. El tenía más días que yo, así que
empezó dos días antes. Ambos volamos a Santiago y en tren
retrocedimos a nuestro punto de inicio. El hizo dos días sólo desde
O Cebreiro. Yo me reuní con él cerca de Lugo, en Sarria. En mi
caso iba a recorrer unos 117 Km en cinco días, él unos 50 Km más.
La mala suerte hizo que de los cinco días nos lloviera cuatro. Así que nuestro camino fue completamente pasado por agua. Cada día llegábamos empapados al albergue. Al ser invierno había pocos viajeros, aunque encontramos y conocimos a varios. En algún albergue llegamos a pasar la noche solos. La noche nos costaba entre 3 y 5 € y los menús del pelegrino entre 8 y 10 €. Cada día íbamos recorriendo unos 25 Km y mis problemas de rodilla se remontan a una de las etapas de ese viaje en que llegamos mucho más allá de mis fuerzas con el objetivo de pasar el sábado-noche en Santiago y avanzar más de la cuenta.
Me reuní con Toni
en la estación de tren de Sarria, procedente de Lugo. Allí y tras
él contarme que había tenido dos etapas buenas, con buen paisaje e
incluso nieve, nos dispusimos a mi primera etapa. Los primeros días
hay que acostumbrarse a pasar el día en ruta. A los dos o tres días
el cuerpo ya se ha acostumbrado y aunque te vayas a dormir
destrozado, por la mañana uno quiere seguir. Supongo que esto se
agudiza si en vez de solo cinco etapas haces las 31 del Camino
Francés. Cada día nos parábamos a comer en algún pueblo y luego
más ruta. Las mochilas llegaban pesando siempre más que por la
mañana, pero pasamos por paisajes muy agradables y comimos siempre
bien. Una de las noches que llegué más destrozado, Toni – con
mejor forma física- me trajo al albergue una piza que me comí sin
ni siquiera levantarme del saco de dormir. No podía mover más que
el cuello para comer.En una de esas etapas duras me cogí una rama de árbol e improvisé un bastón que me ayudó en las últimas etapas. Dicen que con un bastón ahorras a tus piernas el 5% de tu peso y con dos el 15 %.
En las últimas
etapas conocimos a algunos individuos muy peculiares, sobre todo a un
inglés que venía desde Limoges y que llevaba barba a lo profeta. Ya
llevaba meses de ruta y había dormido en las montañas con
símplemente una manta. Y su medio de vida era una flauta. En Santiago los turistas le hacían fotos (y a nosotros con él). Cuando
llegó a Santiago pidió el camino de Sevilla y siguió hacia el Sur
como si nada.
Aunque uno no haga el Camino por motivos religiosos, cada día uno lo siente más y al ir llegando la emoción va in creschendo. La última noche antes de llegar estuvimos en un albergue enorme en el Monte do Gozo, a las afueras de Santiago. La llegada fue un trayecto emocionante de pocos Km por Santiago y al llegar hay un hotel que invita a los cinco primeros peregrinos de cada día. Allí fuimos a comer con nuestro amigo inglés y también pasamos la primera noche en la ciudad en el Seminario, algo tradicional. También recuerdo que en la grandiosa Catedral nos dieron un diploma y nos mencionaron en la misa del día. “hoy han llegado dos de Mallorca, un inglés y una chica de Barcelona".
Navarra, mayo de 2008
La segunda vez que
hice una parte del Camino fue con mi amiga Tibi. Sólo disponía de
tres días, asi que fuí a Pamplona y ella me vino a buscar en coche desde Toulouse, dónde vive.
Íbamos a realizar las tres primeras etapas del Camino Francés,
desde Saint Jean Pied de Port en Francia y pasando por Roncesvalles
llegaríamos hasta Pamplona. En total unos 69 Km. Las dos primeras etapas fueron durillas
montaña arriba. La última más sencilla. El paisaje fue sensacional
y nos gustó muchísimo empezar desde el principio. Un viaje así da
para hablar muchas horas, admirar la naturaleza y conocerse mejor.
Una vez en Pamplona
a Tibi le tocó volver a Saint Jean Pied de Port a buscar su coche.
Fuimos a la salida de Pamplona a la carretera, hizimos auto-stop y
cuando la cogieron nos despedimos. Yo me volvía a Barcelona y ella a
Toulouse dónde vive.
Un
viaje completamente recomendable, incluso para realiar solo. Algún
día me tocará hacer el trayecto que me falta entre Pamplona y
Sarria. A ver si puedo hacerlo con alguno de mis hijos...siempre
digo que prometí hacerlo con Stefan, mi hijo mayor, aunque realmente
lo que me interesa es que en casa me den los días libres para poder
ir.
¡No os lo perdáis,
no os arrependiréis de hacer el Camino y os aseguro aventuras!
Totalmente de acuerdo contigo, Kiko, el camino de Santiago es una maravilla... ¡incluso haciéndolo en coche, como mi familia y yo! Recomiendo estusiasmada los tres hospedajes en que nos alojamos nosotros: la casa rural "La Casona de doña Petra" en Villarmentero de Campos (a 9 km de Carrión de los Condes), el albergue de peregrinos "Casa Barbadelo" en Sarria (no "Sarriá", Kiko; Sarrià es un barrio pijotero de Barcelona) y el cámping "As Cancelas" a las fueras de Santiago. Cada una en su estilo, son un auténtico lujazo -en los dos últimos, además se come fenomenal- y en ninguna nos gastamos más de 60 miserables euros por noche aun siendo cuatro. Muy recomendables.
ResponderEliminarY, por supuesto, a todas ellas, como buena peregrina, me llevé el secador ;-)
¿Cuándo vamos, Kiko? Jejeje
Por cierto, mi fantástico blog está mal enlazado: no se puede acceder a él... ¡Oooooh!
ResponderEliminarGracias por los comentarios, Ana.
ResponderEliminarNo me convencerás de llevar secador, pero me parece bien que lo lleves. A los demás les digo que no he visto peregrinos con él...
Tu blog de secretaria desesperada ya está bien enlazado:
http://anagomila.blogspot.com.es/
¡Muchas gracias, peregrino, y que las vieiras te acompañen en tus próximas andaduras (sin secador o con él)!
EliminarYa no recordaba muchos de los detalles que describes... sobre todo ver como alguien es capaz de comerse una pizza sin apenas moverse ;)
ResponderEliminarGracias por traerme la pizza, Toni!
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