jueves, 23 de octubre de 2014

Cómo entrar en Rusia sin visado


Moscú, agosto de 1992

Os voy a contar como entré en Rusia con un tren y visité una ciudad espectacular. Un viaje lleno de problemas de comunicación pero muy bien llevado. Mucho mejor que unos años después en China.


Estaba trabajando en Estocolmo para IBM. Una gran empresa para mi primer trabajo a tiempo completo tras los estudios de Informática en la UPC. Llevaba ya unos ocho meses cuando fui por primera vez por las recientemente independientes Repúblicas Bálticas. Fue un viaje de una semana que otro día relataré. Básicamente pasé con un amigo argentino noches en barcos y trenes entre Suecia, Estonia, Letonia y Lituania. Creo que sólo una noche dormimos sin viajar. A lo que vamos: en uno de esos trenes conocí a un marroquí que se dedicaba al contrabando de Rusia a Suecia. Me contó el truco para pasar la recientemente creada frontera Estonia-Rusia: nada de visado ni tonterías. Él ponía 10 dólares en el pasaporte y el policía te dejaba pasar.
Bien, eso fue lo que recordé unos meses después, en agosto, cuando no me daba tiempo de pedir el visado para Rusia en su embajada de Estocolmo. No conseguí pasaje en el crucero que iba a San Petersburgo (en el que no hacía falta visado, te lo daban en el barco para pasar el día y volver a dormir al barco). En la embajada sólo hablaban Sueco y Ruso. Suerte de mis lecciones de Sueco en IBM: ya me empezaba a desenvolver en conversaciones sencillas. Fue suficiente para intentar sacar el visado, aunque sin éxito.
Plan B: visado para Lituania (como en abril con mi amigo argentino). No recuerdo porqué pero ese si era rápido de conseguir. La idea sería ir a Estonia y luego ya veríamos si iría hacia Lituania (como se suponía con mi visado) o nos colaríamos en Rusia...

Primero fuimos a Helsinki con los magníficos barcos de Sjlia Line. Como un crucero pero haciendo un trayecto de una noche y  a precio de saldo si decías que eras estudiante de AIESEC (como IAESTE pero para estudiantes de económicas). Como no pedían comprobante dijimos que lo éramos y 75 % de descuento!
Pasamos un día en Helsinki y luego barco a Talin (capital de Estonia). Talin ya lo conocía de mi viaje anterior y hasta sabía como funcionaban las consignas de la estación: con los céntimos de Rublo (kopecs). No valían nada ni en aquella época, pero había que tener algunas para dejar el equipaje. Visita a la ciudad medieval durante el día y a dormir en el tren a Moscú, con litera por supuesto. Una diferencia con mi viaje de unos meses antes fue que ya tenían su moneda propia: coronas Estonianas.
¿Cómo compraba el billete de tren con litera? Apuntaba en una libreta el número del tren y pintaba un muñeco dormido en una cama. Funcionaba!
Noche movida en el tren, aunque empezó bien. Trenes muy puntuales, limpios y dónde siempre te ofrecían una copa de té. No llevábamos visado para Rusia (un año antes aún era la URRS). Pasaron los policías de Estonia. Todo bien, llevábamos visado de tránsito hacia Lituania. ¿Es que no vieron que el tren iba a Moscú o les dio igual, juajua! Cierran la puerta del compartimento. Vuelven a abrir. ¿Quién será? ¿Ya llegan los policías rusos? Ahora viene la emoción, a poner los 10 dólares. Nooo, son otra vez los policías estonios por una pregunta tonta. Se van, pasan los minutos, estamos en Rusia y no ha habido control ruso. Toma ya! Hemos entrado!
No fuimos conscientes del riesgo hasta unos días después. Casi me roban el pasaporte pues en la calle me abrieron la mochila que llevaba paseando por Moscú. Si me lo llegan a perder en la embajada me hubiesen pillado que no tenía el visado en orden. Una suerte no perderlo!
Moscú fue fantástico. Recuerdo llegar a la Plaza Roja con la piel de gallina. Vimos el mausoleo de Lenin, la catedral de San Basilio, el Kremlin, etc. También recuerdo subir a una de las torres estalinistas de Moscú como la de la foto adjunta.



Como no teníamos Rublos tuvimos que ir a cambiar moneda. Como antes en mis tiempos de Polonia, al mercado negro. De una casucha salí con un fajo enorme de billetes que era espectacular pero no valía casi nada.

En el tren conocimos un cubano que vivía en Moscú. Países de la órbita soviética solían enviar estudiantes primero a la Unión Soviética y luego a Rusia. Como hablaba español se ofreció hacernos de guía por un precio barato. Además nos ofreció su habitación en la residencia de estudiantes dónde vivía. Nada del otro mundo pero muy interesante ya que era como vivía la gente de allí. Todo el mundo nos trató fantástico. Las estaciones de tren, sobre todo al llegar eran demoledoras: llenas de personas tullidas pidiendo dinero. Gente que había estado en la guerra de Afganistán unos años antes.




Viajar en el metro de Moscú también era una experiencia. Estaciones llenas de mármol, parecía un museo con lámparas muy elegantes. Decían que así el pueblo disfrutaba a diario de la “riqueza” del país. Lo complicado era parar, saber en qué estación bajarse. Tenía un mapa de metro pero claro, todo en cirílico. Y al llegar a una estación ponía el nombre muy grande, pero sólo una vez. Una única oportunidad de comparar las letras con las del mapa y decidir rápido si seguir o bajarse...Más de una vez pasamos de largo.



Una vez visto Moscú, tren de noche a San Petersburgo. Una ciudad realmente maravillosa.


Unas semanas después mi amigo argentino también fue a Moscú aunque en vez de pillar visado para Lituania y siempre estar en tránsito hacia allí, lo hizo para Estonia. A la vuelta de Rusia no fue válido su visado pues era de una única entrada y se pasó una noche realmente mala sacándose otro visado para entrar en Estonia. Según sus palabras, el diccionario Español-Ruso que le dejé le salvó la vida...

Un año después, ya en Menorca, vi un artículo en el diario en el que hablaba que la frontera de Rusia con Estonia era un coladero y que tenían que poner medidas. Tengo el recorte con el álbum de fotos! Yo fui uno de ellos.

6 comentarios:

  1. Kico, como estás? Cai en tu blog y estoy recordando todos esos momentos vividos! Hace poco le contaba a mis hijas el episodio cuando no nos querían dejar entrar de vuelta a Estonia, al volver de San Petesburgo.

    un abrazo
    Javier

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  2. Hombre, Javier! ¿Cómo estás? Si, recuerdo que a vosotros
    no os quisieron dejar entrar... El truco era tener el visado para Lituania y no para Estonia. Yo lo hice bien de casualidad!
    A ver si un día me pongo y añado nuestro viaje a las repúblicas bálticas!!
    Un abrazo,
    Kico

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  3. No el problema fue que a pesar de tener el visado para Lituania (que para los argentinos era gratis), era de una única entrada, por eso no nos admitieron de vuelta y concedieron darnos una visa de Tránsito de Estonia. Y el diccionario todavía lo tengo :-)

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  4. El diccionario de ruso! Ya debes saber mucho tras tantos años...

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  5. Artículo de una amiga que fue el mismo verano
    http://joanamgarau.blogspot.com.es/2016/12/les-cendres-de-fidel-i-la-momia-de-lenin.html

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    1. Que aventura Kico! Fue una suerte ir el 1992, en plena Perestroika. Un momento histórico interesante e irrepetible.

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