domingo, 15 de febrero de 2015

El viaje que nunca hice

Durante el curso posterior a mi viaje a Bournemouth, estuve viendo posibilidades para volver a viajar el verano siguiente. Me había picado el gusanillo de viajar y quería hacerlo, pero sin gastar el dineral que me costó ir a Inglaterra.


En Barcelona y en casa, primavera-verano de 1988

Hablando con otros estudiantes y también orientándome en un centro de atención a la juventud descubrí una guía de cosas a hacer en verano. Allí salían posibilidades como los Campos de Trabajo, los Kibutz de Israel, las casas de Colonias, etc. Lo que más me llamó la atención fueron los campos de trabajo. Ibas a un lugar de Europa, trabajabas en alguna obra benéfica y te daban alojamiento y comida. 

Conforme se acercaba el verano, ya lo tenía claro. Busqué en la lista de campos de trabajo y seleccioné uno en Alemania. ¿Porqué allí? No lo recuerdo. No sé si hice la preinscripción y estaba preseleccionado o si fue el que consideré que me gustaba y tenía más posibilidades de ser aceptado. Lo cierto es que cuando llamé a casa para decir que me iba en verano a Mönchengladbach, mi madre me convenció de que ese verano íbamos toda la familia a París y que no me podía ir por mi cuenta. Fui obediente y no envié los papeles para inscribirme, y el viaje a París se lo llevó el viento. No del todo, fuimos realmente en Semana Santa del año siguiente. Desde entonces, cuando viajo primero me apunto y luego lo digo...

Con mis compañeros estudiantes de Informàtica del Penyafort

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