sábado, 14 de febrero de 2015

Lo primero, el Inglés

Nunca fui bueno para el Inglés. En el colegio y al igual que el Catalán, aunque los aprobaba eran las asignaturas que me fueron peor. En el Instituto ya lo empecé a suspender. Un día dije basta y me puse a saco a por el Inglés. Una de las mejores cosas que he hecho en mi vida fue irme un verano a Inglaterra por un mes. Desde ese momento, hice "clic" y pasó de ser un problema a una ventaja.

                                         En el puerto de Pool, muy cerca de Bournemouth

Bournemouth, julio de 1987

Empecé el Inglés con unas clases en el Ateneo de Mahón allá por el año 1977. Creo que empecé el curso tarde, tenía una profesora nativa y no me enteraba de nada. No sé como aprobé el examen final que me hizo un Señor Inglés muy serio. Al menos eso es lo que dice un titulín que tengo del Trinitty College. Al año siguiente empezamos en el colegio con un profesor mayor que hacía lo que podía. Ya en el Instituto me suspendieron en 2o de BUP y me quedó para el verano. En 4 años en el Instituto sólo tuve una buena profesora de Inglés. Los otros tres cursos, tiempo perdido. Una lástima. Y lo mismo le pasaba (creo que ahora es mejor) a mis compañeros. Muchas horas, poco provecho.

                                                       Cassettes de Home English

Un día a mi madre le ofrecieron en La Caixa poner un dinero a plazo fijo  a cambio de un maletín de Home English lleno de libros y cassettes. Empecé con el curso y aunque se debía hacer en 10 meses estuve unos 2 años con él. Lo acabé ya en Barcelona durante mis primeros años de Universiad. Fue increíble, aprender Inglés con una metodología diferente. Nada de clases de gramática. Debía repetir palabras, expresiones y luego frases cada vez más complicadas. Muy incremental. Escuchando y repitiendo todo de los cassettes, viendo muchos dibujos y con un libro de soporte. Desde ese momento fue MI manera de aprender los idiomas. Lo repetiría en años futuros con el Francés (Planeta de Agostini) y el Alemán (Méthode Larousse, en Francés). El progreso fue brutal y también la facilidad con la que se aprendía. Así y todo, no era suficiente. En la carrera, mucho del material que nos pasaban fotocopiado era en Inglés. No por capricho, sino porque había poca cosa traducida y no muy buena.

En el Colegio Mayor dónde vivía en Barcelona, conocí a un chico que cada año iba a Inglaterra a estar con una familia y aprender Inglés. Un día le pedí que me leyera un poco en Inglés y quedé impresionado. Así que durante mi segundo año de carrera, convencí a mis padres y me busqué una Agencia dónde me ofreciesen lo mismo. Así contacté con la Wessex Academy de Bournemoth. Una de las más económicas que encontré, en una ciudad que no sabía ni dónde estaba y sólo 2 horas de clase al día. Y el viaje en autocar, para abaratarlo.

Una vez acabado el curso, con asignaturas suspendidas para Septiembre, me pasé unas 23 horas camino de Londres. En Calais debíamos salir del autocar para subir al barco. Fue un viaje pegado a mi libro de Inglés, repasando todo lo que podía, como si fuese a un examen. Y fue un examen. En Victoria Station debía comprar un billete para ir a Bournemoth y me lo hicieron repetir 5 veces. Supongo que para asegurarse de que iba allí y no a Portsmouth.



Una vez en Bournemouth busqué la casa de la familia Anderson. La señora era muy simpática. Tenían una niña de unos 6 años que hablaba como un loro y un chico mayor al que veía poco. El señor era un escocés con acento cerrado que no hacía más que ofrecerme tazas de té. En la familia llegué a convivir con un arabe-saudí, un italiano y algún estudiante más de Inglés. Suerte que la Academia ponía la regla de no tener en la familia dos estudiantes con la misma lengua nativa...En la familia estuve bien, aunque pasé hambre. Tenía incluído desayuno y cena. Lo que hacía era comer algo rápido por la calle después de la clase. La cena era a las cinco, así que cambié el chip y en mi interior llamé a la cena "comida" y más tarde me comía una hamburguesa en la calle, que era mi cena.

En la academia sí tuve muy buenos profesores y compañeros de cualquier país imaginable. Demasiados españoles que buscaban españoles. Yo después de lo que me había costado llegar allí, me escapé y me hice amigo de un suizo. Algunos fines de semana me apunté a excursiones. Así fui a Londres, Sailsbury, Bath y Welles. Durante la semana íbamos a la playa de Bournemouth y paseabamos por el gran embarcadero ("pier") .

Durante ese mes, estaba obligado a hablar. Casi siempre con extranjeros, mucho con otros estudiantes. Uno va tirando de las palabras que sabe, que cada vez salen más fluídas. Luego hay que ir manteniendo una conversación, repitiendo lo que oyes. Y funciona. Palabra que dices, palabra que te sirve para comunicarte. Y cada vez mejor. Llega un momento en que pasas a divertirte y cuando ves que lo llegas a hacer sin darte cuenta, ya es total. Poco después, empiezas a soñar en Inglés...

                                                                   "The Pier"

Al despedirnos en Bournemouth, todo el mundo decía "see you next year". Yo sabía que era mucho dinero y que me debería buscar otras maneras más económicas de viajar y hablar Inglés. Me podía dar por satisfecho: en un mes aprendí tanto como en mis 19 años juntos. El primer paso estaba dado, pero uno nunca acaba de aprender un idioma extranjero. Todavía sigo haciéndolo.




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